quinta-feira, 27 de setembro de 2012

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ALEMANIA | Con el visto bueno del Vaticano

Impuesto católico bajo riesgo de exclusión de la Iglesia alemana

El alemán que no ponga una cruz en la casilla correspondiente de su declaración de Hacienda no será considerado católico por la Iglesia alemana. Y no es una opción barata, precisamente. Los contribuyentes alemanes tienen la opción de declararse "protestante" o "católico" en su declaración fiscal y eso supone que ceden una cantidad media ligeramente por debajo del 10% de sus ingresos a la iglesia correspondiente.
Dada la cuantía de la declaración, no son pocos los que evitan declararse religiosos como condición civil, a pesar de que son creyentes, pero un decreto aprobado por la Conferencia Episcopal alemana, con el visto bueno del Vaticano y que entra hoy en vigor, establece que "no es posible deslindar la condición civil de católico de la condición espiritual".
A partir de ahora, por tanto, quienes no declaren su afiliación religiosa ante el Gobierno alemán no podrán disfrutar de sacramentos como el bautizo y el matrimonio, a no ser que obtengan permiso especial de un obispo. Tampoco podrán trabajar en la Iglesia o en instituciones asociadas, como escuelas y hospitales, hacer parte de grupos de caridad o coros patrocinados por la Iglesia, colaborar como catequista ni ser padrinos de niños católicos.
La única excepción es la bendición especial antes de la muerte que la Iglesia ofrece tanto a los católicos como a los no católicos. Incluso "si la persona que dejó la Iglesia no da muestras de arrepentimiento antes de la muerte, un entierro religioso puede ser rechazado", indica el comunicado de la Conferencia Episcopal. "Este decreto deja claro que los fieles no se pueden retirar de la Iglesia parcialmente. No se puede separar la comunidad espiritual de la Iglesia de la Iglesia institucional".
Según las estadísticas oficiales, la Iglesia Católica recaudó en Alemania en 2010 unos 7.300 millones de euros entre los 24 millones de católicos declarados como tales. Desde 1990, después de la caída del Muro de Berlín y durante el proceso de unificación de Alemania, se instituyó un impuesto voluntario "de solidaridad" para promover la restitución de la Iglesia en la nueva Alemania.
Aunque hay organizaciones católicas como Katholic Kultur, que critican las drásticas sanciones establecidas, la mayor parte de los católicos alemanes expresan su aprobación, alegando la desigualdad que supone el hecho de que la Iglesia sea sufragada solamente por una parte de sus miembros. Desde la Conferencia Episcopal se justifica que "en el pasado, las consecuencias de no pagar el correspondiente impuesto no habían sido bien explicadas".

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